El dengue en el conurbano
Políticos patronales, hospitales vaciados y falta de agua potable son un caldo de cultivo para el retorno de las pestes.
Hasta ahora, todos los afectados en el conurbano bonaerense se habrían contagiado en provincias del norte. Para que haya un "caso autóctono" sólo falta que uno de ellos sea picado por un mosquito transmisor. En la provincia de Buenos Aires, "entre el 20 y el 25% de los mosquitos corresponde a la especie Aedes aegypti que provoca el dengue. 'Estamos en peligro en la provincia de Buenos Aires', reconoció el ministro de Salud, Claudio Zin" (Reuters, 30/3).
Si llegara al Conurbano, con el porcentaje de contagio del Chaco, en pocos días podríamos tener 70.000 afectados en Quilmes o 30.000 en Varela. ¿Un millón en el conurbano?
La salud pública del Gran Buenos Aires no cubre las necesidades sanitarias mínimas: los hospitales públicos están vaciados, no sólo de insumos sino especialmente de recursos humanos (los bajos salarios han despoblado los hospitales de la provincia).
En Avellaneda hay una sola especialista en anatomía patológica (quien realiza las biopsias y los estudios de muestras de Papanicolaou). En Quilmes trasladan a los médicos de las unidades sanitarias para cubrir vacantes en el hospital. Hay sólo un pediatra por cada unidad sanitaria y cuando se enferma o tiene vacaciones no hay reemplazo. Hay menos de un infectólogo por hospital. Por la falta de profesionales, se dan turnos con semanas y meses de anticipación para clínica, cirugía o ginecología. Las cirugías más comunes pueden tardar hasta tres años.
Los intendentes pretenden combatir el dengue con propaganda, con afiches. Lo que necesitamos son inmediatas medidas de saneamiento, la extensión de la red de agua corriente a toda la población. Casi el 10% de la población de Quilmes y el 40% de la de Varela no tiene agua potable. Esto se repite en los demás distritos. A las familias que tienen que recurrir a una canilla comunitaria les resulta inevitable almacenar agua.
Para evitar la proliferación de las pestes reclamamos la declaración de emergencia sanitaria, poniendo a disposición de la población toda la estructura privada de salud (sanatorios, clínicas, laboratorios) controlada por un comité de emergencia conformado por representantes de los trabajadores de la salud.
Los políticos y funcionarios patronales, que han permitido el retorno de pestes de siglos anteriores, no tienen capacidad para resolver los problemas de salud de la población. Tenemos que poner en pie un gran frente anticapitalista para poner bajo control de la población trabajadora todas las estructuras que tienen que ver con la salud y el bienestar popular.
El dengue se expande
Fuera Ocaña, Capitanich, Uturbey, Brizuela
Van nueve muertos. Las cifras crecen diariamente. El gobierno, que hace una semana reconocía sólo 3.500 casos, ahora reconoce al menos 5.827. Clarín (6/4) habla de 13 mil casos. Hasta el domingo pasado, el gobierno negaba la existencia de una epidemia. Ahora, el director de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, Juan Carlos Bossio, reconoce que "hay 13 provincias afectadas por dengue importado" y otras "seis con transmisión autóctona, que tienen localidades con muchos casos respecto de la población".
El gobierno minimiza un problema que se expande como mancha de aceite. Hay 19 provincias y, al menos, 30 mil afectados (La Nación, 6/4). Por cada caso que va al hospital, hay tres que se quedan en su casa (Norte, 5/4). La cantidad de casos se duplica semanalmente. El ocultamiento oficial agrava el problema. El 'brote' de dengue vino de Bolivia y comenzó en el norte salteño; Uturbey ocultó el tema para que no afectara el negocio del turismo en enero y febrero. En el Chaco -a mediados de febrero- Capitanich y su mujer, la ministra de Salud, enviaban un memorándum a los hospitales prohibiendo hablar del dengue. Hoy, 47 localidades chaqueñas presentan casos de dengue...
Volver al pasado
Se dice que frente al dengue no hay clases sociales. Falso. El mosquito no distingue entre sangre azul, burguesa o proletaria, pero los casos de dengue se concentran en las poblaciones periféricas de las ciudades, donde los sectores plebeyos viven hacinados en construcciones precarias, sin cloacas, gas ni agua potable.
Charata, bastión sojero chaqueño, tuvo un alto crecimiento demográfico en la última década sobre bases habitacionales precarias. La elevada renta agraria concentra la propiedad en el campo y genera especulación inmobiliaria en las ciudades. El dengue está mostrando el atraso histórico de la Argentina. La "descacharrización" (la recolección de los cacharros que los pobladores ponen en los techos y los patios de las casas) se explica por la ausencia de agua potable. Los cacharros son para juntar agua de lluvia. En Charata o Tartagal, donde se recogieron 1.000 toneladas de cacharros, se movilizó al Ejército para producir en forma temporaria agua potable.
La precariedad de la situación habitacional y sanitaria está llevando a que cada vez más voces del ámbito académico y sanitario planteen la posibilidad de la reemergencia del cólera en todo el norte argentino.
La propagación geométrica del dengue tiene una barrera natural: las bajas temperaturas. La tropicalización del clima como consecuencia del desmonte sojero aleja esta barrera. Dentro de un mes, cuando llegue el frío, en Argentina habrá unos 100 mil infectados. En primavera, estas decenas de miles de infectados serán la base de una propagación a una escala superior. Si el dengue llega a reproducirse autóctonamente en el conurbano y su constelación de villas, o en Rosario, el desastre está garantizado.
Tenemos que intervenir
Los gobiernos son responsables del avance epidémico de la enfermedad. Han comenzado movimientos populares en las zonas afectadas, que denuncian a Capitanich en Chaco o a Uturbey en Salta.
En Tartagal y Orán se produjeron importantes movilizaciones que pusieron en pie comisiones de vecinos y un comité popular de crisis -en contraposición con el comité de crisis del municipio. Algunos sectores están planteando "que se vayan los ocultadores" (La Nación, 6/4). Estas movilizaciones consiguieron presupuesto para la conformación de brigadas de "descacharrización" y desmalezamiento con desocupados y el compromiso del incremento del personal afectado a los hospitales zonales.
El dengue pone en evidencia las contradicciones que produjo la sojización (riqueza para pocos en el campo, pobreza para muchos en las ciudades y en el campo). Los hospitales públicos están funcionando en condiciones de vaciamiento de insumos, equipos y médicos y enfermeros. Un médico atiende 600 consultas diarias...
Vuelven las enfermedades del pasado (cólera, fiebre amarilla, dengue, leishmaniasis, etc.) porque durante la última década se vació el organismo estatal orientado a su prevención.
El problema del dengue es un problema social y político. Las autoconvocatorias en las zonas afectadas marcan el camino: asambleas populares de los trabajadores que tomen en sus manos la resolución del problema que el gobierno ningunea. Fuera los gobiernos del dengue; impulsemos un congreso obrero, campesino e indígena frente al desastre que está provocando la descomposición del régimen político. Por un plan obrero contra el dengue y la catástrofe capitalista. Fumigación casa por casa. Brigadas populares de desmalezamiento, "descacharrización" y fumigación, integradas por desocupados incorporados a planta municipal. Triplicación del presupuesto de salud y educación. Prohibición del desmonte; confiscación de la gran propiedad terrateniente, el capital agrario. Plan de reforestación y reconversión agraria. Impuestos confiscatorios al gran capital para financiar la industrialización provincial, el acceso al agua potable y un plan de viviendas populares. Nacionalizar la banca y el comercio exterior para que la crisis la paguen los capitalistas.
UJS- Partido Obrero
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